viernes, 23 de marzo de 2018

El Uno

Siempre he pensado que seguir adelante, cuando Uno lleva una mochila llena cuesta más. Nadie le puede empujar, animar, decir frases hechas aludiendo a sus capacidades o a su identidad. Bueno, pueden, pero a veces es contraproducente. La razón es que nadie sabe lo que es cierto para uno mismo excepto Uno Mismo.

Uno puede tener un montón de capacidades y no ser capaz de usarlas (suena redundante). Puede tener miedos y hábitos educacionales, valores no reconocidos o reconocidos y no vividos, incluso por no saber cuáles son esas habilidades.

Por tanto, nadie sabe mejor que Uno nada.

Como decía, seguir adelante cuando la mochila está llena, es posible, pero sólo un rato más. El agotamiento llega cada vez más rápido y, por tanto, cada vez avanza menos. Y lo más importante, ya no cabe nada más.

Entonces, no se trata de seguir adelante arrastrando los pies, sino de pararse a observar si todo lo que lleva sirve. No es seguir, es volver a empezar ahora con el aprendizaje adquirido. Es volver a empezar desde aquí, nunca se "vuelve a empezar" desde cero.

Puede que el objetivo quede más claro y más cercano de lo que el cansancio te deja ver.

Es imprescindible ir mirando dentro de la mochila y vaciarla de vez en cuando. Piensa que durante el trayecto se hace acopio de muchas cosas que en algún momento sirvieron pero que ya han perdido su utilidad. En algún momento cumplieron su función y ahora ocupan un espacio precioso que estaría lleno de ilusión.

¿Qué lleva Uno en la mochila? ¿Y tú?

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