sábado, 24 de julio de 2010

De Sueños

¿Quieres re-aprender a soñar? ¿Recuerdas cómo lo hacías?


Fantaseabas con lo que más ilusión te hacía. Te veías dentro de la escena viviéndola en toda su esencia. Eras, Tenías y Hacías todo lo necesario. Incluso podías inventar lo que te hacía falta para que fuera completo. Imaginabas la acción, como si estuvieras allí.


De pequeños hemos creado historias tan fascinantes como para desarrollar una obra de teatro. Nos hemos convertido en cualquier Persona o Héroe o “Cosa” que nos hayamos permitido soñar…


En otras ocasiones alguien te habrá preguntado: “¿Qué quieres ser de mayor?” y quizás hayas contestado: “Yo quiero ser Jefe”, ¿te acuerdas? Y te habrás imaginado siendo lo que querías Ser.


Si viviera ahora ese momento, diría: ¿de “mayor”, cuándo? ¿20?, ¿30?, ¿40 años?...¿90?


¿Alguien te ha preguntado, “siendo mayor”, qué quieres Ser ahora?


…Quizá no soñaste lo suficiente, o no apretaste bien los ojos cuando lo hacías…O dejaste de soñar…


“No tengo”, “no soy”, “debería”, “no puedo”, “pero”, “¿y si…?”... Miedos, inseguridades, dudas… ¡Limitaciones!


Es Interminable.


Lo más bonito de perseguir mis Sueños es que en el camino he disfrutado y disfruto de ver realizados muchos otros más pequeños; ilusiones a las que presto mucha atención y que, además, contribuyen a que el recorrido hasta el objetivo sea deliberadamente nutritivo.


Es un crucero sobre un mar en calma cubierto por pequeños detalles. Se acumula energía positiva y genera mayor rendimiento en la Persona. Más ilusiones, más sueños, más deseos y más recursos para cumplirlos.


A ti, ¿qué te impide soñar?

viernes, 16 de julio de 2010

Silencio

¿Alguna vez has querido transmitir algo y, después de oír la respuesta, te has visto en la obligación de decir: “Eso no es lo que yo quería decir”? El otro diría, posiblemente: “Eso es exactamente lo que has dicho”. Y también, posiblemente, tenga razón desde su punto de vista.

Tus palabras habrán dicho. Tus gestos, tu postura, tu respiración, tu intención…Todo eso también habrá hablado. La precisión con que lo hagas, desde el tono de voz que utilices pasando por el momento, tu posición espacial, tu postura corporal, influirá en la percepción de quien te escucha.

El o la oyente será capaz de retransmitir tus palabras “literalmente” como si tuviera una grabadora. Pero el mensaje habrá cambiado según su interés y percepción. Dependerá de cómo se aplique a sí mismo o a sí misma todo lo mencionado; al corearlo cambiará, al menos en parte, el contexto inicial. Incluido el momento, ya no es el mismo.

Tampoco tú intentes repetirlo…No sale igual, y además, la primera impresión ya está hirviendo.

Por lo tanto, el sentimiento puede haberse acrecentado o menguado y puede haberse añadido la frustración o la tristeza o tener cualquier otro significado. Ya no es lo que en principio era. De hecho, lo que era ya no importa, ahora es una competición. ¿Quién es el culpable? ¿Quién tiene razón? ¿Quién gana? …¡Pufff, qué complicado!, ¿No?

Una discusión que nada tiene que ver con el mensaje inicial. Visto desde fuera parece hasta gracioso.

Podrías revisar tu intención. Quizás tu proyecto era convencer al Otro o a la Otra con lo que ibas a decir, persuadirle. Una especie de manipulación que se percibe de manera Verbal y No Verbal.

Esa Persona puede haberlo captado como una amenaza y ha manifestado una actitud de defensa para proteger su integridad. Y podríamos seguir aumentando ese nivel de desconfianza si entráramos a evaluar el grado de enfado que cada uno va adquiriendo con la consiguiente e ingeniosa maniobra “tête à tête” que convierte la conversación en algo aparentemente inútil: “Ojalá no hubiera abierto la boca”. Lapidario. Fin de la transmisión.

[...] Efectivo significa que da resultado […]

¿Cómo sabes si la comunicación ha sido efectiva? En el resultado obtenido. ¿Es el que esperabas?

martes, 13 de julio de 2010

Una Ración de Escepticismo


Es un defecto de todo ser vivo querer lo que no se tiene, pero fíjate que, casi siempre se quiere lo que se cree que se puede tener. Sencillamente, si algo es imposible para ti, ni se te ocurre. Algunas cosas ni a Einstein se le pasaron por la cabeza, por lo tanto, no tuvo ciertas inquietudes que tenemos en este siglo.

Cada vez es más difícil alcanzar lo que uno quiere. Cada vez hay más variedad de cosas que te gustaría alcanzar. Cada vez, más caminos y más bifurcaciones en los caminos para llegar al mismo sitio. Cada vez hay más gente donde tú has conseguido llegar con mucho esfuerzo.

Es muy fácil calificar de "patología" a cualquier cosa que no es habitual. Además, que ya tenga un nombre científico no significa que tenga que quedarse así. Una cosa es tragar sin digerir y la otra, muy distinta, aceptar y trabajar. Y la parte, para mí, incongruente es: ¿Por qué se llama patología si es algo habitual en las personas de 40 ó 50 años? ¿los que la tienen antes no están todavía catalogados?

Cuando somos niños, no nos lo permiten: "esto no se hace", "esto no se dice"...Y cuando somos mayores, nos lo prohibimos nosotros mismos. Podría ser por mera educación, por costumbre. No tendríamos tantos conflictos internos si nos dejáramos llevar por nuestros deseos, pero hay un protocolo social, al que le debemos respeto y está muy bien para la convivencia. Si lo extrapolamos al bienestar de uno mismo, a nivel individual...¿A dónde nos lleva? ¿Qué podemos hacer que esté en equilibrio con el resto de los humanos?

¿Convencionalismos? ¡Si somos los primeros en someternos a las reglas sociales! Ni siquiera las cuestionamos.

Si está tan claro y tan científicamente comprobado que la vida pasa por diferentes etapas (nacimiento, lactancia, infancia, adolescencia...), ¿por qué cuando tenemos la segunda adolescencia no podemos disfrutarlo? Por qué disculpamos tanto a los niños o a los adolescentes y en cambio, criticamos a los maduros independientes, capaces y que tienen ideas distintas. ¿Cuál es la razón que nos lleva a catalogarlos como excéntricos?

¿Has oído o dicho alguna vez: "¡Ay! si tuviera 20 años menos con lo que sé ahora"? Más incongruente, todavía. Si tuvieras 20 años menos, volverías a pasar por todo lo que ya has pasado y llegarías a este punto exactamente igual que como estás ahora; por lo tanto, ya que estás ahí, que es para lo que realmente te has preparado los últimos 20 años...Aprovecha todo lo que has aprendido, que si no hubieras recorrido este camino no serías consciente de lo que "pudiste hacer". Hazlo ahora, ¿por qué no?

Por eso, porque ya ha pasado mucha gente por todas esas etapas, se ha hecho necesaria una denominación, pongamos "patología", algún tipo de depresión que, dependiendo de a qué parte de nuestra manera de actuar afecte, empezará con "dis..." y terminará con "...ia". No sabemos más...O le llamaremos crisis.

En mi opinión una crisis surge por la necesidad de cambio. Hasta ahora "todo" funciona más o menos bien y llega un momento en que lo mismo, lo de siempre, no da el mismo resultado.

Es posible que tu intelecto no te deje tranquilo porque no cree que te haya llegado el momento de parar...O para avisarte de que hay muchísimas metas que te podrías proponer y conseguirías con éxito. Nuevas metas, nuevas opciones...Ya sabes, nuevo...cambio...

¿Quieres arriesgar?

viernes, 9 de julio de 2010

Escucha SU Corazón

Es curiosa la facilidad que tenemos de no escuchar, ¿verdad? Lo que hacemos, salvo algunas excepciones, es hablar aunque no nos escuchen o explotamos…O las dos cosas…Estamos deseosos de dar nuestra opinión, “la realidad”, “la verdad”. ¡Incluso podemos hablar a la vez! Y acentuar el tono, y subir el volumen y…en fin…

Una escucha puede ser más efectiva cuando se presta atención a las palabras del interlocutor, a SUS gestos, a SU y no a nuestra percepción de la idea que quiere transmitir. Desde SUS vivencias y experiencias y sobre todo, desde el modo en que le han afectado y enseñado…Y podríamos seguir añadiendo orígenes de puntos de vista para concretar las diferencias con el nuestro.

Si compartes los pensamientos y sentimientos de la otra Persona tal y como te lo está transmitiendo, “sólo” escuchar, sin tener una idea preconcebida, entras en una relación de confianza. Escuchar es una forma de agradecer que lo quiera compartir contigo.

Cuando tú hablas, ¿qué pretendes?


¿Para qué crees que te habla el o la que tienes enfrente? ¿¡Estás pensando en tu respuesta mientras te está hablando!?

Estás entrando en el Terreno Privado de una Persona, con sus necesidades y creencias y actitudes, ilusiones, miedos… Con su punto de vista y: ¡Te ha elegido a ti, respeto integral para corresponderle!

A mí me llenaría de orgullo y me sentiría inmensamente afortunada. Le ofrecería mi tiempo y mis cinco o seis sentidos, mi comprensión, atención sincera y gratitud.
[…]Primero escuchar empáticamente y comprender profundamente […]; después…DESPUÉS…hablar.

Una Persona no puede adivinar lo que la Otra quiere, si no consigue expresarlo, ¿me explico? Sólo escuchando lo que se nos está diciendo comprenderemos lo que se nos quiere decir y dejaremos a un lado las interpretaciones y nuestra bola de cristal.

Esa Escucha, la Empática, la de ponerse en la piel del otro…Ésa es la que une.
¿De qué manera te gustaría a ti ser escuchado o escuchada? Empieza tú primero

jueves, 1 de julio de 2010

Re…

No se trata de luchar, justificar o contra-argumentar, si no más bien de aceptar. Pocas veces tenemos la ocasión de cruzarnos con Personas que “dicen las cosas a la cara”. Para este caso, no es tan importante la forma en que lo hagan como el sentimiento que pueda acusar quien lo recibe.

Cuando acojo una crítica, me quedo con lo que me sirve. No deja de ser una opinión.

Algunas veces la forma de expresar lo que no nos gusta de otra persona es decirle cómo ES. Frente a un “Eres…”es muy fácil ponerse a la defensiva. Lo difícil, lo que cuesta, es cambiar la etiqueta por una conducta. No podemos pretender que el otro lo haga por nosotros. La palabra juega un papel muy importante y no todo el mundo la sabe usar.


Por lo tanto, lo trascendental para mí en este momento es usar el sentimiento que me ha causado esa etiqueta. No importa la intención de quien la haya usado; si se ha removido algo en mí, y lo quiero mejorar, me pongo a trabajar.

Darle una explicación a mi interlocutor sería como darme una razón a mí misma para volver a enterrar ese sentimiento. Discutir si tiene derecho o no a decírmelo, una pérdida de tiempo…Y no hablemos del “y tú más”…
Ya que está en la superficie, voy a reconsiderarlo. Es para estarle agradecida. Me re-creo.

Aprovecho para hacer reciclaje, para descubrir posibles comportamientos adquiridos que en este momento se me ha devuelto de forma nutritiva, y es posible, que la próxima vez no obtenga la misma generosidad. Actúo ahora si es lo que quiero. Me re-educo.

Pienso que si dirijo la mirada a mi interior deba confesar que hay algo que puedo compartir con la verdad que me han lanzado. Podría ser algo que nunca me diría a mí misma para no hacerme daño.

Desengáñate, esconderlo y olvidarlo en el subconsciente hace que sea más llevadero sólo hasta que, gracias a los demás, tomas consciencia de que “s-e n-o-t-a”.

Si no haces algo con esa piedra enterrada, cada vez caminarás más despacio. Se trata de un autoengaño y el cerebro no es tonto. Si hay algo dentro de ti que no va contigo, ¿para qué lo quieres?

Sentirlo y aplastarlo supone doble esfuerzo, entonces pregúntate: ¿qué voy a hacer con eso, ya que está ahí?
Con una pequeña intención de cambio bastaría. Lo primero es darse cuenta y lo segundo aceptarlo. Una vez completado el primer ciclo de consciencia y aceptación sería cuestión de buscar la intención positiva de esa actuación. Re-establécete.

Quizás hasta ahora, de manera inconsciente te haya protegido de algo. Lo importante es saber para qué te sirve a partir de ahora que eres consciente de ello. Re-prográmate.

Sin duda, recibir una crítica no nos deja inmunes. Qué hacer o no hacer es una elección. Ahora ya lo sabes. Recapacita.