¿Cuántas tormentas intentas evitar?
Una nueva estación propicia nuevas necesidades...Unas botas de agua, un impermeable, un paraguas…Un bolso ¡que no sea de esparto!
Todo ello me trae al presente una lista de cosas que he utilizado y cómo me han servido. Me indica cuáles son aplicables a la nueva situación, de cuáles me voy a deshacer y cuáles voy a almacenar con cuidado para el próximo cambio.
Abarca una modificación en mis hábitos, ahora el nivel de necesidad de protección ha variado. Ya no son cremas sino ropas.
La realidad hoy: llueve.
Si vas a salir y no cambias tu calzado te mojarás los pies. Tan claro como el agua y nunca mejor dicho. Así es, inevitable aunque te enfades con el mundo.
Ha sucedido algo que afecta de inmediato a tu forma de caminar. Es más práctico aceptarlo que despotricar contra el cielo.
¿Vas a permitir que esta circunstancia te paralice?
- Si sales a hacer footing, te vas a mojar.
- Si vas a…pues…te vas a mojar.
- Si quieres llegar a…te mojas, como los demás.
Por otro lado…puede que ya te hayas dado cuenta…
- El cielo está encapotado. Tiene un color blanco a pesar de todo.
- Las hojas de los árboles brillan con cada gota que adoptan con suavidad en su mullida textura verde.
- Los tejados, los suelos, la tierra añaden consistencia a su color habitual.
- ¿Y el sonido? Uf! El sonido eléctrico de las chispotas de agua rebotando contra el suelo inundado…!!!
¿Empieza a tener luminosidad tu día?
No salir de casa es una opción válida si no se resume a resignación. Es decir, lo inteligente en este caso sería darte cuenta de qué te vas a perder del día de hoy “sólo” porque llueve… O ¡qué te estás perdiendo ya!
Céntrate en lo que puedes hacer ahora y no en lo que ibas a hacer antes de que cayera el gran diluvio. Ahora es ahora. ¿Cómo vas a disfrutar de este día maravilloso?
Opciones. Haberlas, hay las.
¿Te mojas?